El ruido forma parte integrante de nuestra vida cotidiana y de nuestro entorno. Queda ampliamente reconocido que la total ausencia de ruido es difícil de soportar para los humanos. Pero, si bien una pequeña cantidad de ruido es la norma, algunas situaciones de exposición al ruido y a la contaminación acústica, excesivas o prolongadas, pueden tener consecuencias nefastas para la salud.

En España, el Real Decreto 286/2006 (sobre la exposición al ruido) y el Real Decreto 1299/2006 (sobre el cuadro de enfermedades profesionales) reconocen el ruido como causa de enfermedad profesional. Se estima que el 10,6% de los trabajadores en España están expuestos a un nivel de ruido elevado en su lugar de trabajo.

¿Que es el ruido?

En acústica, el ruido es el conjunto de varios sonidos que nos llegan a la vez. Es la emisión de vibraciones sonoras audible por el ser humano, vibraciones que corresponden a unas variaciones de la presión del aire.

La percepción humana de los sonidos varía en función del nivel sonoro y de la frecuencia.

El nivel de ruido, que determina si un sonido es fuerte o débil, se expresa en decibelios (dB). El decibelio mide el nivel de presión acústica de un sonido.

La frecuencia corresponde a la altura del sonido, expresada en Hertz (Hz). Cuanta más alta es la frecuencia, más agudo es el sonido.

Los diferentes niveles de ruido

El nivel 0 dB representa el umbral de la audición humana. El diferencial sonoro perceptible por el oído humano es una diferencia de 3 dB, y el sistema de decibelios hace que cada vez que el nivel sonoro aumenta de 3 dB, la cantidad de sonido percibida llega a duplicarse, ya que los niveles no se suman, sino que siguen una escala logarítmica. Así pues, la adición de dos fuentes sonoras de 80 dB cada una produce un nivel general de 83 dB.

Por consiguiente, cualquier mejora acústica, para ser apreciable, deberá ser superior a 3 dB como mínimo.

Escala de ruidos

La intensidad de un ruido se indica mediante una escala de referencia de entre 10 y 130 dB:

  • de 10 a 40 dB: ruidos ligeros (murmullo del viento en las ramas, desierto, interior tranquilo);
  • de 40 a 60 dB: ruidos soportables (oficina tranquila, conversación a nivel normal);
  • de 60 a 80 dB: ruidos molestos (calle muy animada, televisión, comedor);
  • de 80 a 100 dB: ruidos agotadores a peligrosos (paso de un tren, música muy alta);
  • de 100 a 130 dB: ruidos peligrosos a dolorosos (umbral del dolor, taller de calderería, martillo neumático, motor de avión a reacción en tierra).

Escala de los decibelios de varios ruidos

El ruido en la oficina

Los efectos de una acústica deficiente son numerosos y perjudiciales para la salud de las personas que acuden a esos lugares y nuestra sociedad toma conciencia de la importancia del bienestar acústico y de las consecuencias negativas para la salud. La legislación existente en la materia está en constante evolución.

El acondicionamiento de los espacios de oficinas es un componente esencial de la calidad de vida en el trabajo y nuestro espacio laboral merece ser considerado una palanca importante de nuestro bienestar profesional. Algunas empresas consideran el acondicionamiento de oficinas como un instrumento integral de gestión y management. En la actualidad, se les exige prestar atención a la cuestión del entorno sonoro y que propongan algunas mejoras de cara a minimizar las molestias y el estrés generados por unos entornos demasiado ruidosos.

El ruido en la oficina resulta de la elevación del nivel sonoro debido al número de personas presentes y de la multiplicación de los equipos (ordenador, fotocopiadora, ruido de teclear, conversaciones, etc.). El ruido, entonces, molesta la adecuada comprensión de los intercambios verbales, afecta al desempeño, altera la concentración y aumenta el cansancio.

Recordemos que el nivel sonoro de una oficina informatizada está situado entre 30 y 45 dB, una escala de ruido que abarca desde el jardín silencioso hasta el ambiente de fondo en un restaurante tranquilo.

Con la multiplicación de espacios de trabajo compartidos, la reducción del ruido tanto en los open space como en los espacios de coworking se ha convertido en una condición imprescindible para el bienestar con el fin de garantizar un nivel efectivo de concentración, así como un elemento a tener en cuenta por los empleados y el personal que da fe del nivel de servicios ofrecidos por las empresas y el entorno laboral.